Tengo que admitir que hice esta tarta sin demasiado
entusiasmo, al menos para mi, porque aunque haga bastantes cosas con frosting
de queso no soy una gran fan de esta crema.
Así que esta vez, decidí modificar la receta que utilizaba y
el resultado ha sido fantástico, tanto, que hasta a mi me ha gustado!
En cuanto al bizcocho, queda muy jugoso y no lleva demasiado
azúcar, ya que las zanahorias le aportan dulzor, tampoco lleva mantequilla, por
lo que si no le ponéis el frosting, os lo podéis comer sin remordimientos.
Normalmente este tipo de tartas llevan nueces picadas, pero
yo no le eche porque me dan alergia, si las queréis echar, al final, justo
después de añadir la zanahoria.
Bizcocho:
3 huevos M
140 g de azúcar moreno
250 g de harina
2 cucharaditas de levadura química
1 cucharadita de canela en polvo
½ cucharadita
de nuez moscada
½ cucharadita
de sal
1 cucharadita de extracto de vainilla
120 ml de aceite de girasol
250 g de zanahorias
Frosting de queso:
100 g de mantequilla pomada
80 g de queso crema frío
200 g de icing sugar
1 cucharadita de extracto de vainilla
Precalentamos el horno a 175ºC
Pelamos y trituramos las zanahorias y reservamos.
Mezclamos la harina, la levadura, la canela, la nuez moscada
y la sal, tamizamos y reservamos.
Batimos los huevos con el azúcar.
Añadimos la mitad de los ingredientes secos.
Añadimos el aceite.
Añadimos el resto de ingredientes secos.
Por último, echamos la zanahoria.
Ponemos la masa en un molde engrasado previamente con
mantequilla y horneamos 40-50 minutos, hasta que un palillo salga limpio.
Dejamos reposar 5 minutos en el molde, desmoldamos y dejamos
que se enfríe sobre una rejilla.
Preparamos el frosting de queso, para ello ponemos todos los
ingredientes en el bowl (tapándolo con un trapo para no manchar) y batimos a
alta velocidad hasta que aumente su volumen (unos 6-7 minutos).
Por último, ponemos el frosting sobre el bizcocho, ya frío y si hace calor, conservamos en el frigorífico.
¡Disfrutad!
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