Había visto esta tarta en algunos sitios, pero no me creía
que pudiera ser real.
¿De la misma masa se forma tres capas diferenciadas en el
horno?
Suena increíble, ¿verdad?
Pues es cierto, ¡completamente cierto!
Además, está realmente rica, de esas que te llaman durante
todo el día.
Os recomiendo que si vais a utilizar un molde desmontable os
aseguréis de que no se sale, ya que es una masa muy líquida y a mi me ocurrió
una vez.
La magia de esta tarta está en la relación perfecta entre
tamaño del molde, tiempo de horneado y cantidad de masa, si alguno se cambia ya
no sale.
Ingredientes (molde redondo de 22 cm de diámetro/molde
cuadrado de 20 cm de lado):
4 huevos (yemas y claras separadas)
Unas gotas de zumo de limón
1 cucharadita de extracto de vainilla
150 g azúcar
125 g de mantequilla derretida
70 g harina
50 g cacao en polvo
500 ml leche tibia
Precalentamos el horno a 160ºC.
Comenzamos montando las claras con el zumo de limón y
reservamos.
Mezclamos la harina y el cacao, tamizamos y reservamos.
Batimos las yemas con el azúcar hasta que se pongan
blanquecinas.
Añadimos el extracto de vainilla.
Añadimos la mantequilla derretida, pero no muy caliente.
Añadimos la harina y el cacao y mezclamos hasta que no haya
grumos.
Finalmente añadimos la leche y mezclamos.
Echamos la masa en un molde previamente engrasado.
Horneamos durante 50 minutos aproximadamente, la parte de
arriba debe quedar como un bizcocho y la de abajo cremosa.
Por último, sacamos del horno, dejamos enfriar sobre una
rejilla y refrigeramos durante 3 ó 4 horas.
Para servir, podéis espolvorear un poco de cacao o de azúcar
glas.
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