Hasta hace poco, estaba absolutamente convencida de que la crème
brûlée no me gustaba. Fue estas Navidades, en Roma, donde descubrí por error
(fantástico error!) que me encantaba. Porque veréis, según parece en italiano
crème caramel es flan y yo quería un flan, pero había demasiados postres con
creme y me lié. Cuando vino la crème brûlée la probé, obviamente, no soy de las
que desperdicia comida y se convirtió en mis postre durante el resto de las
vacaciones.
Desde entonces he querido hacerla pero no tenía cacharros
adecuados y por fin me he comprado estos ramequines para los que tengo ya
grandes planes ;)
Como veréis, esta receta es realmente fácil, ni si quiera
usé soplete y merece la pena probarla.
Ingredientes (para 4 raciones):
4 yemas
130 g azúcar (+ azúcar para quemar)
330 ml nata
1 cucharada de extracto de vainilla
Precalentamos el horno a 150ºC.
Ponemos a calentar en un cazo la nata con la vainilla sin
que llegue a ebullición.
Mientras batimos las yemas y el azúcar en un bol grande y
resistente al calor.
Vertemos la nata sobre las yemas y el azúcar y removemos
hasta que este homogéneo.
Distribuimos en los recipientes.
Los ponemos en una fuente al baño María y los metemos en el
horno durante unos 40 minutos (el centro debe estar cremoso y los bordes
cuajados)
Sacamos del horno y refrigeramos al menos dos horas.
Espolvoreamos azúcar para cubrir la superficie y lo metemos
en el grill del horno unos 7-8 minutos o usad el soplete si lo tenéis.
Tened en cuenta que las temperaturas y tiempos del horno
pueden variar en un horno distinto.
Sacamos del horno, dejamos que se temple durante 5 minutos y
nos lo comemos!
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